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Los septenios en la pedagogía Waldorf

La pedagogía Waldorf pone un énfasis significativo en el desarrollo integral del niño y toda su metodología está guiada por la visión que Rudolf Steiner tenía del niño y de cómo este se desarrolla y aprende a lo largo de sus diferentes etapas de evolución. Uno de los conceptos más fascinantes y fundamentales en esta metodología es el de los «septenios».

¿Qué es un septenio?

En la pedagogía Waldorf, los septenios se refieren a los periodos de siete años que definen las fases del desarrollo humano. Steiner propuso que la vida humana se divide en períodos de siete años, cada uno con sus características específicas y unas necesidades particulares. Cada septenio representa un ciclo en el cual el niño experimenta cambios significativos tanto en su desarrollo físico como emocional, cognitivo y espiritual. Actualmente y de manera algo casual, los septenios coinciden bastante con las etapas educativas de Infantil, Primaria y Secundaria.

Cada septenio marca una transición fundamental en el desarrollo del niño. Mientras que en el primer septenio se construye el cuerpo, en el segundo septenio se forma el alma, y en el tercer septenio, el espíritu del joven comienza a desarrollarse y a buscar su propia independencia.”


El primer Septenio: 0 a 7 años

El primer septenio abarca desde el nacimiento hasta los siete años. Durante este período, el enfoque principal está en el desarrollo físico y sensorial del niño. Steiner consideraba que los niños en esta etapa aprenden principalmente a través del juego, la imitación y la experiencia sensorial. Por lo tanto, el entorno debe ser rico en estímulos positivos peor naturales y el aprendizaje debe ser a través del juego libre, la imitación de actividades cotidianas adultas y la experiencia directa con el mundo natural, el contacto con la naturaleza.

En los primeros siete años de vida, el niño se desarrolla principalmente en el plano físico y sensorial. Su desarrollo es dirigido por la imitación, y por tanto, el ambiente y los modelos que le rodean son de la máxima importancia.


El segundo septenio: de 7 a 14 años

El segundo septenio cubre la etapa de la niñez tardía y la preadolescencia, desde los siete hasta los catorce años. Este es un período de desarrollo emocional y social intenso. Los niños empiezan a desarrollar una mayor conciencia de sí mismos y de su lugar en el mundo. La educación en esta fase se enfoca en cultivar la imaginación y el pensamiento creativo a través de historias, arte y actividades prácticas. Steiner creía que los niños en esta etapa son especialmente receptivos a la belleza y la poesía y que la enseñanza debe nutrir su capacidad de pensar y sentir con profundidad.

El tercer septenio: de 14 a los 21 años

El tercer septenio corresponde a la adolescencia, desde los catorce hasta los veintiún años. Este es un período de autodescubrimiento y consolidación de la identidad. Los adolescentes enfrentan un desarrollo cognitivo más avanzado y una mayor capacidad para el pensamiento abstracto, el pensamiento crítico y la reflexión profunda. La pedagogía Waldorf en esta etapa se centra en apoyar a los jóvenes en la exploración de sus intereses y en el desarrollo de un sentido claro de sí mismos y de su propósito en la vida. El aprendizaje se vuelve más intelectual y especializado, preparándolos para la vida adulta y nuestro camino profesional.

La Importancia de los septenios en la Pedagogía Waldorf

Los septenios son fundamentales en la pedagogía Waldorf porque ofrecen una guía para adaptar la enseñanza a las necesidades cambiantes del niño a lo largo de su desarrollo. En lugar de aplicar un enfoque único para todos los niños, la pedagogía Waldorf reconoce que cada etapa del desarrollo tiene características y necesidades propias. Esto permite a los educadores crear experiencias de aprendizaje que resuenen con la etapa del desarrollo en la que se encuentra cada niño, promoviendo así una enseñanza acorde a la edad para conseguir un crecimiento más equilibrado y armonioso.

Además, el concepto de los septenios ayuda a los padres y educadores a comprender mejor el proceso de crecimiento de los niños y a que ajustemos nuestras expectativas y métodos educativos de acuerdo con el desarrollo natural del niño. Esto facilita un aprendizaje más efectivo y también acompaña de manera más amable el camino emocional y psicológico de los niños a lo largo de toda su etapa educativa.