Todos los que nos hemos acercado de una manera u otra a la burbuja de la crianza respetuosa hemos utilizado y oído hablar del cesto de tesoros, pero…
¿Qué es el cesto de tesoros?
Es un cesto, caja o panera donde ponemos a disposición de los bebés algunos materiales para que puedan jugar y experimentar. Suelen ser materiales cotidianos y de materiales naturales como: una bobina de hilo de madera, unas cáscaras de nuez, un sonajero de mimbre, algún mordedor de tela, una flanera de acero…
Antes de nada quiero aclarar que mi objetivo con este artículo no es decir que el cesto de tesoros es «malo» ni nada semejante, sino más bien utilizarlo como punto de partida para una reflexión sobre lo «innecesario». Es decir: el cesto de tesoros puede ser un acercamiento a objetos cotidianos que es beneficioso si hablamos de un contexto en el que el niño no tiene acceso a ellos pero… ¿cuál es realmente la intención de este cesto? ¿No es una manera de alejarlo de otra manera diferente de la cotidianidad?
Ofrecer un entorno adecuado y rico a un niño para que pueda crecer, jugar y desenvolverse no significa comprarle muchos juguetes ni nada semejante. Sabemos que los niños al final juegan más con algo que encuentran accidentalmente que con cualquier cosa compleja o súper refinada que ponemos a su alcance con intención.
A través del «cesto de tesoros» lo que estábamos intentando decir era «deja que tu hijo tenga acceso y juegue con los objetos más cotidianos». Quizás sea mejor ir directamente a la raíz del problema: deja que juegue con esa cuchara de madera cuando esté en la cocina porque tú estás preparando el desayuno, deja que juegue con las bobinas de hilo y la cinta métrica si te sientas a coser, deja que meta la mano en la tierra si estás transplantando un poto en el salón. Pero no conviertas «lo cotidiano» en algo «artificial». De esta manera los objetos y las acciones que hacemos en nuestro día a día pierden su intención genuina
Sacar de contexto
Con la selección que hacemos de los materiales del cesto estamos sacando de contexto estos materiales. Los niños beben de la observación y del entorno para hacerse al mundo y aprender a través de la imitación. Así que si encuentran una cuchara en el cesto pueden jugar con ella pero no han aprovechado toda la información que les daba el contexto sobre «la cuchara está en la cocina» o «la cuchara estaba junto con los tenedores, las ollas y las sartenes» (a un nivel inconsciente, claro).
Sobre el movimiento y el cesto
Una de las desventajas del cesto de tesoros es que todos los objetos están ya en un único recipiente a su alcance por lo que el bebé o niño no necesita desplazarse para hacerse con ellos. Quitamos de la ecuación una parte fundamental de la fase de exploración y descubrimiento de los bebés: se ven motivados por el entorno para empezar a girarse y gatear hacia lo que ven para poder cogerlo e investigarlo.
Facilitarnos la vida
Uno de los «estímulos» que más nutren a los niños es la vida cotidiana, una parte de nuestra vida que quizás nosotros ya no somos capaces de ver pero que para ellos está llena de novedades, detalles y matices. Nos complicamos de más generando para ellos actividades, materiales y nos hacemos con multitud de objetos que no necesitan. Todo ello nos quita tiempo, energía y dinero. Quizás no hace falta hacernos con un cesto de tesoros ni prepararles actividades sensoriales sino, simplemente, dejarles entrar en la cocina con nosotros.