No percibimos el mundo de la misma manera cuando somos niños que cuando somos adultos. El niño no procesa los cuentos de manera literal, racional o lógica, ni los escucha solo con la parte consciente de su cerebro. Los cuentos hablan al inconsciente y a la mente analógica y emocional del niño.
Así que esta tendencia de los últimos años de quitar a los malos de los cuentos para no “traumatizar” a los niños responde más bien a una visión adulta del mundo. Que les está privando a los niños de algo que necesitan:
El pensamiento polar: una etapa necesaria
En los primeros años de vida, el pensamiento del niño es polar y necesita percibir el mundo en categorías opuestas y claras:
seguro/peligroso
conocido/desconocido
bueno/malo
Esta forma de pensar no es una limitación, sino una etapa evolutiva natural. El niño aún no ha desarrollado la capacidad cognitiva y emocional para comprender matices complejos o contradicciones internas en un personaje. Contar cuentos donde hay personajes claramente buenos (el héroe, la madre protectora, el hada) y malos (el lobo, la bruja, el ogro) les permite organizar su mundo interior, canalizar miedos y proyectar emociones que aún no saben nombrar. Más adelante llegará el momento de los grises, de los matices, las decisiones éticas complejas…Pero eso no puede forzarse antes: si se le presentan desde el principio personajes ambivalentes o narrativas excesivamente relativistas, el niño pierde orientación interna y claridad emocional.
Mis recomendaciones
Durante los primeros años busca:
- Cuentos con personajes malos y buenos claramente diferenciados
- ¡Cuidado con el final! Aunque aparezcan personajes malos el final debe ser feliz para aportar calma y seguridad
- No exageres las voces: aunque al leer usamos diferentes entonaciones, no hace falta exagerar la voz del malo porque a veces transmitimos un “miedo” que el niño no percibe de la misma manera