La primera retransmisión televisiva en España fue en 1956 en TVE: un discurso de Francisco Franco, algunas imágenes y sonidos a modo de prueba técnica para comprobar la retransmisión y algunos contenidos de entretenimiento como números musicales. Pero no fue hasta los años 70 que las televisiones empezaron a ser un objeto común en los hogares españoles.
Los que crecimos en los noventa ya hemos comido viendo Los Simpson al volver del cole durante muchos años. Pero en España actualmente observo que comer con las pantallas es una costumbre muy generalizada. Su uso varía mucho dependiendo del lugar, el contexto, el grupo de edad de los padres, la clase social o la ubicación geográfica…
Interrumpe el envío de señales de hambre y saciedad
Cuando un bebé está distraído por una pantalla, pierde algo que es muy valioso: la capacidad de reconocer las señales de hambre y saciedad. Perder este autoconocimiento y esta sagrada conexión con el propio cuerpo o bien lleva a una ingesta excesiva o insuficiente de alimentos. Cuando un niño tiene toda su atención absorbida por el contenido de una pantalla no puede enviar señales al cerebro que le digan cuándo es suficiente.
Masticación, deglución y una cuestión de seguridad…
Esta atención a la pantalla también hace que el bebé mastique de manera inadecuada, lo cual es esencial para descomponer los alimentos en partículas más pequeñas y facilitar la digestión: muchos problemas digestivos como cólicos, vómitos o malestar pueden venir desencadenados por algo así.
Por no mencionar que una masticación adecuada va seguida de una deglución que puede no ser segura: pones pantalla para que coma más o coma en silencio y quieto pero aumentas el riesgo de atragantamiento por falta de atención y presencia en el acto de comer
Y a nivel social… ¿qué consecuencias crees que puede tener este hábito? ¿Qué veías tú al volver del cole?