A lo largo de toda mi vida he mantenido todo tipo de conversaciones que rozaban el asunto «Waldorf» de manera más o menos tangencial y cada una en un nivel de profundidad, interés o campo del conocimiento distinto. Pero en todas ellas siempre podía encontrar una cosa: confusiones. Confusiones superficiales entre la manera de pronunciar Waldorf como uáldorf o váldorf, confusiones entre Waldorf y Montessori, confusiones entre escuela privada y pedagogía alternativa, confusiones entre la educación dirigida y la no directiva.
Y, sin ser yo nada de eso, luchando entre la rebeldía de ser una exalumna Waldorf (que, como todo el resto, se ha quejado de la euritmia) a medida que pasaban los años defendía un poco más la metodología que más he conocido por dentro.
Para empezar esta reflexión quiero dejar claro que yo también tengo críticas contra esta metodología y que, a grandes rasgos, se me ocurren ideas para mejorarla y especialmente si hablamos de la etapa de Secundaria.
Sin embargo, hoy lo que quiero es aclarar un par de confusiones muy habituales:
Waldorf y Montessori: ¿se parecen?
Sí, ambas son pedagogías «alternativas» o metodologías nacidas en el último siglo persiguiendo el mismo fin de educar al ser humano en un contexto más holístico y completo, pero no, no tienen tanto que ver como podríamos pensar. En ambas metodologías encontraremos mucha belleza en las aulas, muchos juguetes de madera, una gran reverencia al juego y a la infancia… pero si te venden en una escuela que ellos hacen una metodología «tan Waldorf como Montessori», mi consejo es que preguntes un poco más. Porque aunque podrían ser amigas, estas metodologías en algunos aspectos no se pueden fusionar o combinar y convertir en una sola cosa: difieren en algunos enfoques y esto hace que no se puedan combinar indistintamente. Es verdad que hay aspectos de la filosofía de María Montessori que encajan perfectamente en la pedagogía Waldorf de Rudolf Steiner, pero también hay multitud de actividades y materiales Montessori para aprender a contar o a leer desde el juego no casan bien con la visión del desarrollo del niño en lo que Rudolf Steiner en la pedagogía llamó el primer septenio (los primeros siete años de vida). Resumiendo: podríamos decir que son de la misma familia pero también hay que saber que no coinciden en muchas de las actividades o aplicaciones concretas de su currículum.
Educación directiva vs. no directiva:
Una de las grandes críticas que he encontrado hacia la pedagogía Waldorf suele ser que es una educación directiva (o dirigida). Y sí, lo es; ya desde la etapa de infantil hay una estructura y una rutina que se sigue día tras día y las maestras Waldorf sí dirigen el quehacer de los niños. Pero esto no es equivalente a dirigir el juego o coartar la autonomía ni libertad de los niños. Waldorf no podría enmarcarse en lo que Rebeca Wild denomina una escuela «no directiva» porque no lo es. En Waldorf sí existe un currículum que seguir y hay un plan de contenidos que se imparten cada año en un momento concreto y basado en la visión que Rudolf Steiner desarrolló sobre la evolución del niño en las diferentes etapas madurativas. Pero que una escuela no sea «no directiva» no significa que no haya «libertad» o espacio para los propios intereses individuales al igual que la «no directividad» no garantiza de hecho la libertad ni tiene por qué mejorar la experiencia del aprendizaje. Resumiendo: hay una amplísima gama de matices entre lo directivo y lo no directivo y entre la educación convencional y los proyectos 100% no directivos donde no existe ningún tipo de ritmo marcado por el adulto. Waldorf estaría, probablemente, en algún punto cerca de la mitad.