El fuego, elemento central de tantas fiestas. Desde hace milenios, los seres humanos nos hemos reunido ante el fuego y hemos utilizado hogueras para materializar los cambios que queremos ver en la siguiente etapa, en la siguiente estación, en el año nuevo. Y San Juan es, por excelencia, la fiesta de las hogueras.
¿Qué es la fiesta de San Juan?
El final de la primavera y la llegada del verano se celebran en muchas culturas con fuego, música y juegos tradicionales. En España, la Noche de San Juan, del 23 al 24 de junio, ha sido desde hace siglos una festividad profundamente popular, ligada al solsticio de verano, después cristianizada bajo la figura de San Juan Bautista. En los pueblos, esta noche se vive con verbenas, bailes, hogueras, fuegos artificiales y baños en el mar o en el río, todos ritos para purificarse, espantar lo viejo y dar la bienvenida a una nueva etapa del año.
Una celebración ancestral
San Juan es, en realidad, una de las festividades más antiguas de Europa. Y como suele ocurrir, mucho antes de adaptarse como fiesta cristiana, ya se celebraban los solsticios como momentos clave del ciclo natural: el día más largo del año, el sol en su punto más alto, la abundancia de luz, la plenitud de la naturaleza. En muchos pueblos de España se mantenían tradiciones como saltar la hoguera o recolectar plantas mágicas con el rocío de la mañana. Estos rituales, simbólicos y comunitarios, conectaban a las personas con la tierra, el cielo y con los demás. Entre los pueblos celtas, nórdicos, germánicos y mediterráneos, el fuego era el gran protagonista de estas celebraciones: se encendían hogueras en lo alto de las colinas, en aldeas o cruces de caminos, con un fuerte simbolismo de purificación, renovación y protección.
Orígenes de San Juan en España:
La noche de San Juan ha sido históricamente una fecha mágica, especialmente en el mundo rural, con numerosas costumbres relacionadas con el amor y la fertilidad. Se practicaban rituales para adivinar al futuro esposo, como mirar el reflejo en el agua o plantar habas esperando que germinaran esa noche. También se colocaban cardos bajo la cama con la esperanza de confirmar relaciones amorosas.
Las hogueras en las plazas, hechas con muebles viejos, simbolizaban la renovación: se quemaba lo viejo y se saltaban las llamas como rito de purificación. Al amanecer, se buscaba la “flor del agua”, el helecho o el trébol de cuatro hojas, todos asociados a la buena suerte y la felicidad, especialmente conyugal.
Además, existía la creencia de que esa noche tenía poderes curativos: se pasaba a los niños “quebrados” (enfermos) por arcos formados con ramas de árboles mientras se recitaban fórmulas y oraciones a San Juan, con la esperanza de sanación: “Te lo entrego quebrado, devuélvemelo sano” y pronunciando la oración “por el árbol pasará y San Juan lo curará”.
En algunas provincias como Burgos, sabemos que los niños y niñas formaban grupos para construir arcos decorativos con ramas, flores y telas, en los que colocaban una silla o banqueta a modo de altar adornado con estampas religiosas y un plato para recolectar dinero. Durante la mañana, los niños recorrían las casas del vecindario o pedían a los transeúntes “una perrita para el arco de San Juan”, dejando las monedas recolectadas en el platito. La jornada solía finalizar con una chocolatada organizada por las madres.
En algunos lugares de Castilla y León como Sigüenza, Béjar o Albarracín todavía se celebra la fiesta de “Los arcos de San Juan” donde se compite por el mejor arco de flores.

El día de San Juan ha sido tradicionalmente una fecha cargada de significado para los pastores y comunidades rurales del norte de España. En pueblos y montes del País Vasco y Navarra, los rituales incluían encender hogueras, adornar las casas y establos con ramas y flores (como el fresno, rosal silvestre, helecho, cardo o menta), y hacer pasar el ganado por debajo de arcos vegetales para protegerlo de enfermedades.
En muchos lugares, también se quemaban las hierbas recogidas y con el humo se purificaban casas y cuadras. Este ritual se repetía anualmente como símbolo de renovación y protección. La persistencia de estas prácticas, incluso bien entrado el siglo XX, refleja el profundo vínculo entre los ciclos naturales y las celebraciones de los pueblos, especialmente preservadas en las zonas rurales.
San Juan en la pedagogía Waldorf
En las escuelas Waldorf, la fiesta de San Juan tiene un lugar especial en el calendario. Como todas las celebraciones estacionales, se vive como una forma de educar en el ritmo del año, de nutrir la vivencia interior de los niños y de crear comunidad.
En este caso, se celebra el solsticio de verano como un momento de plenitud solar, expansión, coraje y transformación. En un mundo que muchas veces vive desconectado de los ritmos naturales, las fiestas del año en la pedagogía Waldorf nos ayudan a volver a mirar lo esencial: el paso de las estaciones, los cambios en la luz, el vínculo con la tierra y con las tradiciones. Celebrar San Juan no es solo una excusa para jugar o encender un fuego, sino una oportunidad pedagógica valiosa: para fortalecer la voluntad, fomentar el valor y la alegría, y crear recuerdos imborrables en la infancia.
Además, es una ocasión preciosa para recuperar juegos tradicionales, valorar la sencillez y vivir la belleza de lo colectivo. Algo tan simple como compartir una canción al atardecer, trenzar flores, correr una carrera de sacos o escuchar un cuento junto al fuego, puede sembrar vivencias profundas en los niños y niñas.
Los niños participan en la preparación del espacio, en juegos cooperativos, canciones, danzas y, por supuesto, en la creación de una hoguera (adaptada con seguridad y creatividad según la edad). Saltar la hoguera se convierte en un gesto cargado de simbolismo: dejar atrás lo viejo, atreverse, confiar en la vida. En algunos centros también se hacen coronas de flores, se cuentan leyendas relacionadas con San Juan o con el fuego, y se comparten meriendas sencillas al aire libre. Los niños que terminan una etapa escolar pasan por el arco de flores para simbolizar su paso a una nueva etapa.
Una invitación a celebrar con sentido
Desde la mirada de la pedagogía Waldorf, educar no es solo transmitir conocimientos, sino acompañar el desarrollo de cada niño en armonía con la naturaleza, el arte y la vida. Las fiestas del año, como San Juan, son una forma viva de hacerlo. Por eso, tanto en la escuela como en casa, podemos preguntarnos:
¿Cómo queremos vivir este momento con los niños? o ¿Qué queremos transmitirles con nuestras celebraciones? Además, hay una parte esencial de estas fiestas en cuanto a valorar y dar continuidad a la cultura popular del lugar donde vivimos. Mantener vivas estas fiestas nos da unión como comunidad que sigue celebrando las mismas fiestas que nuestros padres, abuelos, bisabuelos… Estas fiestas, sus cuentos, canciones, ritos y simbolismos, son la mejor forma de mantener viva una cultura riquísima musical y artísticamente hablando y dan un sentido socialmente, de pertenencia al grupo, de identidad como individuos y como colectivo.

Bibliografía consultada: Fundación Joaquín Díaz y Atlas Etnográfico de Vasconia
Otros artículos que te pueden interesar:

5 maneras de celebrar la primavera
11 de marzo de 2025
La noción del tiempo: ¿cómo la viven los niños?
8 de octubre de 2024
La importancia del ritmo y las rutinas en la pedagogía Waldorf
15 de septiembre de 2024Nuestros productos relacionados con las fiestas y celebraciones y la pedagogía Waldorf:

Artículo escrito por Sarah Nur
Filóloga, docente de Lengua y Literatura, profesora especializada en pedagogía Waldorf y madre.
Después de toda una vida como alumna en un centro Waldorf en la Escuela Libre Micael, estudié el grado de Filología Hispánica y me formé como profesora Waldorf especializada para la etapa de Secundaria. Desde hace años me dedico a la educación desde otro punto de vista, encargándome de la selección de productos de la tienda infantil LASARA e impartiendo cursos y formaciones, talleres infantiles y ofreciendo asesorías para familias y maestros para acercarles las pedagogías activas y una educación más respetuosa y sostenible.