En la pedagogía Waldorf, el ritmo y las rutinas son elementos fundamentales para el desarrollo saludable de los niños. Establecer un ritmo diario y semanal estructurado no solo facilita el aprendizaje, sino que también promueve un sentido de seguridad, pertenencia y equilibrio emocional. Hoy os hablamos un poco más de los tres principales ritmos de los que se habla en la pedagogía Waldorf: el ritmo diario, el ritmo semanal y el ritmo anual o de las estaciones.
El ritmo diario: una estructura para la seguridad
Uno de los pilares de la educación Waldorf es la importancia de establecer un ritmo diario que permita a los niños prever lo que sucederá a lo largo del día y anticiparse a lo que va a suceder en cada momento a lo largo de la mañana. Los niños pequeños perciben el mundo de manera diferente a los adultos: la anticipación de lo que viene les proporciona seguridad y calma. Cuando un niño sabe que después del desayuno viene el tiempo de juego, seguido por una actividad artística o manual, su mente se relaja y se siente más libre para explorar su entorno. No necesita estar alerta a lo que vaya a ocurrir y puede dedicar sus energías y emociones a lo que le corresponde: el juego.
La repetición diaria de estas actividades no solo refuerza habilidades cognitivas, sino que además también ayuda mucho a desarrollar un apego seguro con sus cuidadores como puede ser el caso de su nueva maestra en la escuela, así que estos ritmos son claves en una buena adaptación escolar y les ayuda a desarrollar una mayor autonomía y confianza en sí mismos.
Actividades de “expansión” y “contracción”
En la metodología Waldorf, la jornada se organiza de forma que las actividades alternen entre momentos de expansión y contracción. Llamamos momentos de “expansión” a aquellos en los que los niños juegan o se expresan de manera más física y corporal, como el movimiento al aire libre, saltar, subirse a un árbol o correr por el jardín. Estos momentos se equilibran con momentos de “contracción“, en los que los niños se concentran en tareas más estructuradas y tranquilas, como escuchar a la maestra contarles un cuento, sentarse a pintar con acuarela o sentarse a almorzar junto a sus compañeros.
Este ciclo de expansión y contracción a lo largo de la mañana favorece su equilibrio emocional y cognitivo y permite que el niño desarrolle su capacidad de atención de manera natural, sin forzar largos períodos de concentración para las que no están preparados.
El ritmo semanal: orden y consistencia
Otro ritmo muy importante dentro de la pedagogía Waldorf es el ritmo semanal. Cada día de la semana está relacionado con un astro, un cereal y un color así que cada día puede estar asociado a una actividad específica, lo que permite a los niños desarrollar una sensación de tiempo más amplia y a la vez estructurada.
Por ejemplo, los lunes pueden dedicarse a actividades artísticas, como la pintura; los martes a trabajos manuales como el modelado de arcilla; los miércoles a la música, los jueves a preparar el pan y así sucesivamente. De esta forma, los niños interiorizan de manera suave y natural la estructura de la semana fortaleciendo la anticipación de lo que viene, fomentando la tranquilidad y el sentido del orden. Y todo esto se da, además, sin necesidad de explicaciones teóricas y sin necesidad de hacerlo explícito. No hace falta decirle a los niños “hoy es lunes así que pintaremos con acuarela y almorzaremos arroz con leche” sino que esos hábitos simplemente ocurren y el ritmo entra en los niños de manera implícita y natural.
El ritmo de las estaciones: conectar con la naturaleza
A lo largo del año, las actividades y celebraciones cambian conforme a las estaciones, lo que ayuda a los niños a desarrollar una profunda relación con la naturaleza y el ciclo anual de la vida.
En otoño, por ejemplo, las actividades se centran en la recolección de hojas, las caminatas por el bosque y la preparación de alimentos de temporada durante el almuerzo o la festividad de la cosecha. En invierno, las actividades están más orientadas a la reflexión interior, al trabajo manual y celebraciones cálidas a la luz de las velas. En primavera y verano, se harán más festividades al aire libre, los días son más largos y las aulas y las festividades se llenan de colores vivos y frescos.
El contacto con el ciclo de las estaciones se puede hacer a través de las festividades y el tipo de actividades que se hacen con los niños en la escuela y también a través de elementos muy útiles como la mesa de estación de la que te hablamos en otro artículo. Con esta mesa estamos en contacto continuamente con el exterior y la naturaleza y vamos viendo diariamente este paso del tiempo y el cambio paulatino de las estaciones.
El contacto con el ciclo natural del año no solo proporciona un sentido de arraigo y pertenencia, sino que también enseña a los niños a respetar y valorar la naturaleza, otro principio clave en la metodología Waldorf.
Beneficios de los ritmos y la rutina para el neurodesarrollo
Desde un punto de vista neurocientífico, los ritmos y las rutinas estables son esenciales para el desarrollo cerebral de los niños pequeños. La repetición de actividades y la previsibilidad en el entorno ayudan a formar conexiones neuronales que facilitan el aprendizaje, el desarrollo del lenguaje y la autorregulación emocional.
El ritmo y las rutinas en la educación infantil Waldorf no son solo una forma de organizar el día a día sino que son realmente una herramienta poderosa para fomentar un desarrollo integral saludable y establecer una base segura sobre la cual construir todo lo demás. Evidentemente esto no significa que haya que ser rígidos e inflexibles: tiene que haber lugar para la espontaneidad, las actividades puntuales y todo lo que se sale de la rutina; pero todo esto tendrá más valor todavía si ocurre sobre una rutina que ha proporcionado un entorno en el que sentirse seguros, conectados y libres para aprender y crecer.
Ritmos y rutinas en casa
Implementar estos principios en casa es también esencial y se puede hacer de manera muy similar a la que hemos presentado que se hace dentro de una escuela Waldorf. Comienza por definir un ritmo diario consistente que incluya tiempos claros para las comidas, el juego libre, las actividades creativas y el descanso. Luego, puedes pensar en un ritmo semanal, asignando días para actividades específicas como cocinar juntos, realizar una manualidad o salir a caminar en la naturaleza.
Es importante también que el ritmo refleje los cambios de estación, permitiendo que los niños participen en actividades que los conecten con la naturaleza, como sembrar semillas en primavera, preparar recetas con ingredientes de temporada en otoño o preparar la casa para la Navidad.
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Filóloga, profesora Waldorf y madre.
Después de toda una vida como alumna en la escuela Waldorf Micael, busqué mi vocación en la literatura y estudié el grado de Filología Hispánica para después formarme como profesora Waldorf para la etapa de Secundaria. Desde hace años me dedico a la educación desde otro punto de vista, encargándome de la selección de productos de la tienda infantil LASARA e haciendo cursos y asesorías para padres y maestros para acercarles las pedagogías activas y una crianza más respetuosa y sostenible.